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Acoso. No todo va a ser mediar (Maria Teresa Ayllón)


He oído decir que la mediación se ha puesto de moda y ahora parece que todo hay que mediar en vez de denunciar. Pues sí… y no, rotundamente NO.


Hay dos estrategias de solventar conflictos que suenan parecido pero no son igual sino todo lo contrario: la gestión de conflictos y la resolución pacífica de conflictos.


En la línea de la gestión de conflictos se busca salir victorioso de una confrontación, sacar ventaja al contrincante (no necesariamente enemigo), jugársela al otro, quedar por encima. La estrategia militar, la guerra comercial, la especulación, la aniquilación del diferente, y un largo etcétera, que son la base de la polemología, un pensamiento ventajista y competitivo. En esta línea el conflicto se gana o se pierde pero –en verdad- nunca se resuelve ya que el conflicto mismo (la crisis) es ventajoso y lo es más para quienes menos escrúpulos tienen. En todo caso, un conflicto que deja vencidos, que hace morder el polvo, es ya la gestación del nuevo estallido de un o varios conflictos.

Para que una paz sea duradera, para que la solución de un conflicto sea sustentable, debe quedar conformidad entre las partes; se necesita pensar cooperativamente, no en vencedores y vencidos[1].


La línea pacifista, cooperativa o de resolución pacífica de conflictos, se centra en una estrategia llamada ganar-ganar mediante la cual se construye fraternidad, respeto a las diferencias y sinergias para alcanzar una meta: resolver un conflicto sin aplastar, sin humillar, educando en la convivencia cooperativa o de apoyo mutuo. La mediación es una herramienta de inapreciable valor ya que quien media conduce las formas y va subrayando los puntos de unión o coincidencia, los nexos que van a tejer la convivencia; la mediación atiende a las formas porque confía en que los bandos tienen suficiente inteligencia para cooperar en el fondo y se desempeña en educar esa colaboración. La mediación cooperativa levanta actas de todo acuerdo por mínimo que sea ya que es básico para fijar la colaboración.


Tampoco acaba con la solución concertada de un conflicto ya que esta línea se impone la revisión o monitoreo periódico del discurrir de los acuerdos en la certeza que toda solución modifica el tablero de juego y levanta problemas nuevos que hay que tratar. Así la resolución pacífica de conflictos es –junto con la justicia restaurativa– una forma de autogestión cooperativa, comunitaria, que empodera al colectivo (barrio, movimiento social, municipio, etc) es una vía a la participación efectiva.


Lo que hemos conocido desde antaño como mediación y arbitraje es otra cosa: El arbitraje arbitra. Impone, otorga a unos, sacrifica a otros, de una forma más o menos salomónica mientas que la mediación en esta vía es un proceso más “informal”, más rápido, más barato, una negociación a la baja de las posiciones o al menos de una: de aquella que cree que el arbitraje le caerá en contra. No es de extrañar que mediación y arbitraje tengan su lugar en las cámaras de comercio o en las magistraturas de trabajo. No hay reconciliación posible.


Otra forma perversa de “mediación” es la que se sugiere para evitar que el acoso se considere delito y por tanto se denuncie en lo penal o en tribunales laborales con consideración más grave. La mediación no debe conculcar los derechos de la víctima como no se puede mediar entre quien te quiere aniquilar y quien ha sufrido los estragos físicos y síquicos de un acoso prolongado.


Recordemos aquellos aciagos tiempos en que se perseguía a las mujeres víctimas de violación para que otorgaran el perdón y el violador o violadores que la vejaron se fueran de rositas. Hay que juzgar y condenar si es verdad que queremos acabar con la lacra del acoso laboral. Y no es cosa de broma: el acoso enferma y mata.


No, no todo va a ser mediar.

[1] Nuestro pueblo bien sabe de esto: no hubo paz y no la habrá sin superar los bandos de vencedores y vencidos

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Es muy difícil contar la historia de lo que te ha pasado o de lo que esta  pasándote. Al principio es la confusión ¿he oído bien?,  ¿he interpretado bien la situación?, ¿estaré viendo fantasmas?, ¿qué me está pasando? Luego, cada vez que se cuenta o se recuerda se revive la emoción y el dolor. No se puede dejar de llorar. La memoria del miedo, de las humillaciones, de la rabia… ha quedado grabada y esto impide hacer un relato coherente. Al dolor interno se une la incomprensión del mundo externo. 

Por lo tanto hay que intentar describir el relato de los hechos de la forma más detallada posible y por escrito. No confiéis en la memoria.

  • Es importante llevar una especie de “diario del acoso” o autoregistro en el que quede claramente reflejado: 

  • Momento en el que suceden los hechos (fecha y hora)

  • Lugar (despacho propio, sala de reuniones, en la calle, etc...)

  • Hechos en concreto: (podéis consultar la escala IP de acoso, las acciones que se describen en la carta tipo, la tabla I del autoregistro  o simplemente relatar los hechos tal como fueron).

  • Testigos.

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Una grabadora o una pequeña videocámara son el mejor testigo. Puedes grabar cualquier conversación en la que intervengas tú con otra o varias personas más. Nopuedes grabar conversaciones de terceros en las que tú no participes. 

 

Si la conducta de hostigamiento se produce durante reuniones o actividades de las que se toman actas, es útil que quede constancia de dicha conducta en el acta, no te cortes y pide “que conste en acta que X se ha dirigido a mí insultándome, gritándome, en términos ultrajantes, etc…”.  

  • Te será de gran utilidad que puedas acreditar "salud mental" antes del acoso. Conserva tus registros de actividad laboral, asistencia a cursos, memorias de actividades... 

  • Igualmente útil es ir dejando constancia de como tu salud se deteriora. Ante cada crisis de ansiedad que sufras ve a urgencias, a ser posible acompañado/a por algún familiar o amigo y PIDE Y CONSERVA EL INFORME. 

  • En la medida de lo que puedas ocúpate activamente en tu proceso de defensa y de recuperación de la salud. No dejes de pedir ayuda. Necesitaras un abogado para organizar todo el tema legal, un psicoterapeuta que te ayude a mantenerte cuerdo, a no caer en la depresión total  y un psicólogo forense que te haga una evaluación y pueda testificar como te está afectando la situación de acoso. Busca buenos profesionales sin vínculos políticos ni afectivos con tu acosador/a ni con la cúpula organizacional de la institución laboral a la que pertenezcas.

  • Infórmate en tu sindicato del protocolo de tu empresa y cuando comiences el peregrinaje  acude acompañada/o (pareja, familiar, asociación de afectados...) a las primeras citas con profesionales y a los sitios oficiales. Hay que admitir que se está mermado cognitivamente.

 

  • Prepárate un dosier con toda la documentación que te digan y la que pienses que pueda servir para clarificar  tanto el daño sufrido como los hechos que los han producido. 

 

Y no peques de ingenuo/a no queriendo "hacer más daño del preciso" en la argumentación de vuestra defensa. Los que mintieron lo van a seguir haciendo y encontraras que muchos mirarán para otro lado si tú les dejas y que quienes pensabas que serían testigos a la hora de testificar igual desaparecen. Presenta todas las pruebas que puedas por escrito, aunque te recomienden que no hace falta que lo hagas. 

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