Por lo aparecido en la prensa podemos comprobar que existe una confusión en cuanto a la utilidad e incluso al significado de la mediación. Especialmente existe una confusión en torno a la agresión destructiva que supone el acoso laboral. Intentemos poner luz a este asunto:
El acoso laboral es una estrategia de destrucción que está originada habitualmente en el poder de un superior (o de un grupo) que desea la marcha, desaparición o aniquilación de una persona (o varias) en tanto no puede o no tiene modo de “quitarse a esa persona de encima”. Incluso, aunque pudiera despedir o trasladar a la persona que aborrece, resulta tal el deseo de aniquilarla que se prefiera tenerla cerca, dejar caer toda su crueldad posible (humillación, confusión, exclusión,…).
La razón de quien dirige una estrategia de acoso es el complejo de inferioridad cuya manifestación principal puede ser la envidia: “odio que sea tan brillante”, “pero ¿quién se ha creído que es?”, la venganza: “me ha dejado en feo”, “no se me somete” o el miedo: “me va a dejar atrás, se me está subiendo a la chepa”. O una mezcla de miedo, envidia y venganza además del poder de hacerlo.
Por eso solemos ver que son jefes quienes protagonizan el acoso que luego puede hacerse colectivo de forma más o menos consciente-inconsciente, en el resto de la plantilla o del grupo de trabajo. Ocurre acoso entre iguales en puestos ejecutivos fuertemente competitivos, donde uno puede cautelosamente hacer la vida imposible a otra persona por las mismas razones: miedo-envidia-venganza.
Quien acosa procura ocultar datos que necesita la víctima, hacer que se equivoque, que vaya a lugar u hora equivocada, sustraer sus papeles o archivos para que eche a perder su trabajo,… la víctima que aún no sabe que lo es, comienza a desconfiar de su cabeza, se avergüenza, acusa sin pruebas a unos u otros de no informarle bien, de haber movido sus papeles,… con lo que resulta molesta al resto de compañeros que comenzarán a evitarla. La evitación de unos y el hostigamiento continuo de su enemigo silencioso, van a minar la paciencia y la salud de la víctima, que entra en una espiral neurótica ya que no sabe por dónde le vienen los palos.
Entendida la naturaleza del acoso laboral, queda aclarar de que se trata la mediación para qu veamos la relativa utilidad de ésta: La mediación requiere que se identifique un conflicto y que las partes implicadas (dos o más) deseen poner fin al mismo. Ambas partes deben estar dispuestas a admitir su responsabilidad en el estado de cosas y también en disposición de reconocer los esfuerzos de la parte/s antagónicas para así hallar alguna salida que satisfaga a la totalidad. Quienes median son personas especializadas en facilitar ese proceso de entendimiento: orientan, sugieren, levantan actas de los compromisos pero no dictaminan ni sentencian. Eso lo harían especialistas en arbitraje. Un árbitro o cuerpo arbitral (tres árbitros) toman decisión y emiten sanciones ante un conflicto donde las partes ya no quieren acercarse más pero necesitan llegar a un acuerdo. En los convenios colectivos hemos conocido muchos arbitrajes (también hemos aprendido lo sesgados que suelen estar hacia el poder).
Es importante no confundir acoso con mal ambiente de trabajo: jefaturas tiranas e incompetentes, malas prácticas profesionales (faltas de respeto, incapacidad para resolver conflictos cotidianos pacíficamente) que sin duda es sancionable y debiera obligarse a la empresa a modificar su ambiente y a respetar los derechos de toda la plantilla. El mal ambiente también puede enfermar y subir el estrés hasta el infarto de quienes trabajan así. Pero no es acoso laboral. Se puede mediar y trabajar sobre buenas prácticas empresariales.
En el acoso no hay posibilidad de mediación porque una parte actúa subrepticiamente y no desea solucionar sino aniquilar y la otra parte se revuelve a veces (o no) pero sin estrategia, como un toro enjaulado.
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